Japón es un destino con el que mi marido sueña desde hace mucho tiempo. En mi caso, estaba más mezclado: la imagen que tenía de Japón era la que había visto en las películas: edificios altos, tecnologías a raudales y muchísima gente. Al final no me lo esperaba, pero esta escapada de seis días desde Singapur fue una gran sorpresa y cambió mi visión de Japón. Es un país magnífico, la cultura no se parece a ninguna otra en Asia, los paisajes y monumentos son impresionantes. Estoy encantada de haber podido visitar parte de este país. Entre la modernidad de Tokio, el encanto tradicional de Kioto, una noche mágica en un ryokan y la mejor nieve del mundo en Hokkaido (pero esta escapada tuvo lugar con los niños unos años después), este viaje fue una auténtica experiencia. Aquí tenéis un pequeño adelanto de nuestra aventura.
Tokio, entre modernidad y tradiciones
Tan pronto como llegamos a Tokio, quedamos cautivados por la energía de esta gigantesca ciudad. Los rascacielos futuristas se codean con templos tranquilos y cada barrio tiene su propia atmósfera.
- Cruce de Shibuya : ¡una de las intersecciones más transitadas del mundo, donde cruzar se convierte en una experiencia!
- Asakusa : un barrio más tradicional donde visitamos el templo Sensō-ji y probamos especialidades locales sin gluten, como el mochi ( arroz pegajoso).
- Harajuku : el paraíso de la moda excéntrica y los cafés originales.
- Cementerio de Yanaka : en el antiguo distrito de Tokio
- Shinjuku : Shinjuku es famoso por sus rascacielos, calles bulliciosas y espectaculares carteles de neón. También es un importante centro de entretenimiento, compras y vida nocturna.
- Crucero por el río Sumida que nos permitió tener un panorama único de Tokio.
- Mercado de pescado de Tsukiji : una visita obligada.
También nos tomamos el tiempo para pasear por los parques y disfrutar de la carne de Kobe en un pequeño restaurante de especialidades que se encuentra en Shinjuku. Tokio es una ciudad que sabe sorprender en cada esquina.


















Kioto, la perla tradicional
Para llegar a Kioto cogimos el Shinkansen , este famoso tren de alta velocidad. El viaje, rápido y cómodo, nos permitió descubrir los paisajes japoneses y la campiña circundante.
En Kioto el tiempo parece haberse detenido. Exploramos varios lugares imperdibles:
- El Pabellón Dorado (Kinkaku-ji) : este templo cubierto de pan de oro es aún más impresionante en la vida real.
- El distrito de Gion : famoso por sus calles adoquinadas y casas tradicionales, donde no es raro cruzarse con una geisha.
- El santuario Fushimi Inari : sus miles de torii rojos ofrecen un paseo casi místico.
La noche en un ryokan fue un momento eterno. Entre los tatamis, el baño onsen y una cena kaiseki adaptada sin gluten (¡gracias a los anfitriones por tener en cuenta nuestras necesidades!), fue una experiencia inolvidable.
También hicimos una pequeña excursión cercana para visitar el bosque de bambú de Arashiyama . Caminar por este gigante bosque de bambú es como transportarse a otro mundo.















Algunos consejos para un viaje a Japón sin gluten
- Aprende a decir “no como gluten” en japonés: “Komugi wa dame desu” . ¡Ayuda mucho!
Nuestra estancia en Japón fue corta, pero cada día estuvo lleno de descubrimientos. Me sorprendió especialmente el lado muy reservado y modesto de los japoneses, pero también muy contradictorio: por ejemplo, algunos casi huían si les hacíamos una pregunta, porque no se atrevían a respondernos en inglés por miedo a equivocarnos (mientras que lo dijeron correctamente). Está prohibido fumar en las calles, aunque está permitido en muchos restaurantes. El respeto por las tradiciones y la noción de grupo están muy arraigados en su cultura.
Este fascinante país es un equilibrio perfecto entre tradición y modernidad, con una cultura culinaria única que puede acomodar perfectamente a los viajeros sin gluten. Entonces, ¿estás listo para tu propia aventura japonesa? 🌸
Continuamos la aventura durante un viaje de esquí en la isla de Hokkaido. La nieve es extraordinaria: ¡es tan ligera que no se pueden hacer bolas de nieve! ¡Los niños todavía nos lo cuentan!

